El envasado y transporte de las vacunas también eran cruciales. Elena sabía que las temperaturas debían sostenerse constantes , incluso en el riguroso clima de Ciudad de México, para garantizar que las vacunas llegaran en perfectas condiciones a sus destinos finales. El taylor 1710 certificado proseguía siendo su herramienta de seguridad para verificar que las condiciones se sostuvieran correctas en todos y cada etapa del desarrollo. Elena, la científica apasionada de México, continuó su tarea en el laboratorio farmacéutico con un profundo sentido de compromiso. La integridad de los elementos activos que vienen de diferentes unas partes del planeta era vital para las formulaciones. El termómetro Taylor 1710, con su precisión constante , aseguraba que las materias primas se mantuvieran en condiciones especiales en el almacén, con independencia de la variabilidad climática de Estado de México.

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